Gustavo Salazar A
Isaías y Oscar son unos chicos
que transpiran simpatía,
como amor de su vida
la política es su gozo,
ausentes de ella
fantasmas son,
Adán sin edén,
hembra sin varón.
Regresar a la alcaldía
pretendió uno;
el otro, al Congreso ir.
El reto era el voto.
No importa, a granel,
aunque no sea poco
la compra es mejor.
Qué pasó, pregunta la Calaca,
y misericordia pide
para sus niños
en las urnas despanzurrados:
un beso, una caricia o un guiño,
algo a esos que del erario
con fervor hacen patria y pesos.
Algo, de sus santos la gracia,
de los pueblos males,
por los siglos de los siglos
mares de desgracia.
que transpiran simpatía,
como amor de su vida
la política es su gozo,
ausentes de ella
fantasmas son,
Adán sin edén,
hembra sin varón.
Regresar a la alcaldía
pretendió uno;
el otro, al Congreso ir.
El reto era el voto.
No importa, a granel,
aunque no sea poco
la compra es mejor.
Qué pasó, pregunta la Calaca,
y misericordia pide
para sus niños
en las urnas despanzurrados:
un beso, una caricia o un guiño,
algo a esos que del erario
con fervor hacen patria y pesos.
Algo, de sus santos la gracia,
de los pueblos males,
por los siglos de los siglos
mares de desgracia.
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