Gustavo Salazar Adame
De ese dulce pan siempre quiero,
su textura y su sabor reanima
cuando la tiniebla engulle,
cuando el negro humor es muero,
peste en cada esquina
impotente el silencio gime,
esplendor de la locura;
mucho pan, hasta el éxtasis,
con mordiscos de dulzura
indemne al horror quede.
En la boca miel y en los ojos deleite,
pan de amor, con furia te sujetan
a madero en vano, ultraje a la luz,
atroz muerte y ascenso de la vida;
de odios carnicería
gardenias y claveles sepultura,
fecunda semilla donde luz y sombra
se funden en alegría;
radiante de la penumbra surja
la concordia como alimento del día.
Y beber de la uva el placer de ese vino
que el alma renueva,
alumbra el camino
y de la mano siempre feliz lleva.
miércoles, 31 de agosto de 2011
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