Gustavo Salazar A
Majestuosa presencia tuya,
Señor de pasos firmes, mano que sana,
mirada serena y radiante
como voz de tu alma,
levanta y anda.
De la noche sin estrellas
el brillo es de dagas el filo,
como dolor de viento sin danza,
lágrimas hurañas, hartazgo de frío,
la zozobra encarna
lo que deslumbra y es sombrío.
Caen en picada al foso roto
retazos de alma en agonía,
pasarela de burlonas tinieblas
de sudor y sangre glotonas,
de arrogante espera,
las rapiñas son coronas.
La muerte se goza en su abrazo fuerte,
exhausta su presa,
una cálida mano cambia la suerte,
sepulta vanidades y rencores,
aflora la confianza en la salvación
si se deja en el amor de Dios,
si el perdón es como la respiración.
domingo, 14 de agosto de 2011
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