Gustavo Salazar A
Palpo, sin verte,
en el corazón o más allá del sol,
tu majestuosa
presencia deleite.
En tus alas me cobijas
y los rayos luz al andar,
si tropiezo no caigo
y si caigo, contigo salvo.
Tu generosa mano
aunque trueno,
intenso amor de ave,
asilo suave.
De noche o de día
se estrella el temor
en el cálido amor
de ave, de Ave María.
lunes, 28 de noviembre de 2011
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