Gustavo Salazar A
A diario lo miro
pero no lo tengo,
extravío mío es.
Canto en su templo,
bailo a su alegría,
al son del dinero la mía.
De Él estoy muy lejos,
aun con golpes de pecho
la lumbre en la lengua
hiere a cada momento.
Mis ofrendas,
cicuta en contra mía,
ruegos a raudales
de bienes de males.
Con sacrificio de papel
del cielo quiero la puerta.
En el trasero el puntapié.
A fuego lento en el averno,
en tacos mi intento
sobornar al justo juez,
hacedor del cosmos
el amor de su voz.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
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