domingo, 27 de junio de 2010

El caguamo

Gustavo Salazar A

El caguamo a largo paseo inesperado
parte, sus nueve damas salen
de su morada como viento aterrado
y se reúnen de emergencia
sin sacrificar el ritual de la siesta,
por convenir al festejo en puerta.

La tardanza del garañón propicia
besos y abrazos y caras sonrientes
con desparpajo de filosofía:
de lo perdido, lo hallado sea vasto.

La prolongada tardanza
a las resignadas damas fastidia
y de la siesta el hastío alcanzan;
se les ocurre una idea para enfrentar
el dilema de repartir bienes
de manera equitativa,
sin disputa alguna:
antes agasajos y saliva
con el vaivén disfrutan
y nadie el vas y vienes
al caguamo refutan.

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