Gustavo Salazar A
Rompe el cuchicheo
de la madrugada
el ladrar de la jauría,
no anuncia amores
de regaño o el desaire,
son quejidos de temores,
de sombras que parten
al olvido del bullicio.
La noche avanza
entre bostezos de lluvia
y rayos que estallan
en ojos de modorra,
que recurren al rezo
o la fusca presta
por intrusos aguafiestas.
Los truenos cesan,
se escapa el agua
y se sueltan los temores
con el ulular de patrullas
que despierta angustias
del ahora qué pasa.
Arde el viento,
su vestido lastima
provocando penas
y lamentos hasta
en los perros
con sus presagios
siempre funestos.
Y los perros chillan,
y chilla el viento,
y yo de miedo muero.
domingo, 6 de junio de 2010
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