miércoles, 19 de enero de 2011

Como roble, abuelo

Gustavo Salazar A

Como roble sereno y fuerte,
diestro en la confección del traje
que engalana tu oficio viejo
a la indomable muerte,
alegre ante la vida,
sereno ante lo cierto.

Hacedor de almohadas y camas
con rizos y tersos lienzos,
resaltan los pliegues como sonrisa
en la blanca o gris falda,
ropón que se ciñe en el viaje
sin regreso de la tierra
por féretros penetrada.

Ave de altos vuelos
una tarde remontaste
montañas y mares
y en viento te esparciste,
tu equipaje eran años
de ofrenda y glorias al cielo,
en ese camino sin desmayo
tus pasos de acero y algodón
honran al trabajo
y claveles al corazón,
otras manos se esmeraron
en tu porte en ida triunfal.

Entre jacarandas y pinos
en danza por melodías
de traviesos trinos,
tu inmensa sonrisa brilla
iluminando todos los rincones
de la casa y compartes la savia,
savia que sosiega el alma
y la humildad alienta
como ungüento solidaria.

domingo, 16 de enero de 2011

Gestoría bar

Gustavo Salazar A


Hasta este sagrado lugar
extenuado a diario llego
como sediento pobre obrero
pero en auto de lujo más que nuevo,
es mi selecta trinchera que constata
el desvelo que por mi patria
sin remilgos le dedico horas y horas
como chuchería honrada por mí
la social gestora.

Si muy copioso es mi sudar
la causa la ciudad la provoca
con sus atajos muy pronunciados,
como si ganasen el cielo
o en reniego de su histórico sello,
pero nunca es culpa de la gestoría,
disculpa la onerosa cocina,
que en lugar de sesos ofrece
banquetes de suculenta letrina.

No se trata de cualquier desecho,
por supuesto ya no tacos ni garnachas,
menos epazote con frijoles de olla,
sino de carnes y quesos sin empacho
de los obesos fajos de pesos,
es la expulsión de la gloria,
de las dietas de los prohombres,
duchos en el desprecio de Guerrero,
escultores del futuro como basurero.

Llamas en hielo

Gustavo Salazar A

Si es dicha duradera la odisea
de comer en tu regazo, huésped puntual sea
en esa morada, río de besos y de tu boca avidez,
envidia de estrellas y del aire palidez.

Si la lejanía es un océano, un abrazo trunco,
tu aroma nunca será fógón en mis lazos
si cuando en tu rostro me miro otro rostro sonríe,
quede sin manos y los besos reos en los labios.

Amor, tejo sin manos y sin besos
un cielo de lágrimas ciego,
sin día, con enfado de estrellas,

maltrechas caen como diluvio de rayos
y a noches glaciales el fuego es indolente,
llamas en hielo la condena, agonía de la flama.