domingo, 28 de febrero de 2010

La Roncha

Gustavo Salazar A

Mi buen cuate La roncha
anda muy sacado de onda
y cada vez más lampareado.
Su chava lo corta
por razones de Estado.

Seguro es por mi gran amor
al chupe, en su fango
es la excusa del atribulado.

La raza sin embargo,
con solidarios afanes hurga
en los atributos del gran cuate
y lo que descubre, la congela:
¡es cosa de tompeates¡

Esos pies cansados,
ese oscilar sin avanzar
que lo mueve como barco
anclado, fue el truene
con la ruca Cuca.

Y ella lanza fango:
Cuando el amor me hace
hace como que se mueve
con esa cadencia que me desespera,
él se arrulla y ronca y al amor
causa enojo,
y mejor recurro a un sismo, ansiosa
de la intensidad mayor.

La roncha, ya enterado
de sus proezas con trova
en los cafés narradas
por su ex domadora,
ni se inmuta:
Mira el cielo, su nariz escudriña
con mugre en la punta del dedo
y veinte minutos después escupe:
no hagan caso, es mala onda
la de esa, esa que fue mi… ruca.

jueves, 25 de febrero de 2010

Esa fruta

Gustavo Salazar A

Ni tierna ni madura: suculenta
esa fruta sigue muy jugosa,
es para devorarla a poquitos
y fecunde ternura golosa;
acaramelada su piel,
anticipa locura de alegría.

Ella vaga en la penumbra,
entre sombras habitan sus pasos,
en las noches besos y caricias sueña
e implora el regreso de qué años aquellos.

Despierta con la pálida luz de la mañana,
sueña que vibra con esas manos
que tibia ruta la recorre incansables
en cascadas de fantasía;
un profundo sopor la deja inerte,
la voluntad le comía.

La espantan los estragos de la vida,
contra su fina hermosura atentan
pero quiere estar linda y fresca
cuando retorne su sueño, que hace años se fue
en ese viaje tan lejos, una somnolencia
de amargura su reposado paso es.

Otros mordiscos merecen esa fruta,
que la cimbren, le den sentido a su vida, brillo
a sus ojos, brazos que ciñan nuevos delirios,
jazmines a las espinas, luz a sus grises días.

Pero su voz, su voz persiste en el silencio,
se niega a seguir la magia de la vida,
la flama del amor: privilegio de la alegría.

miércoles, 24 de febrero de 2010

No basta

Gustavo Salazar A


De los “ríos de leche y miel” soñados,
de los “ríos de arena y peces de oro”, qué…

Nos basta el Huacapa que corona el desencanto
y el mañana ensombrece con su caudal escarlata,
Satán de nueva vida, de ayeres domeñada.

Embrión que se asoma arrogante,
emerge con fuerza y no sabemos qué será.

Dolor, sangre y lágrimas, irrenunciable herencia es;
enorme y brutal semilla.

Omnipotente marca su presencia con arrojo;
ululan como hormigas incontables, imbatibles.

Vientos de lamentos por lo que se va,
por lo que se fue y no retornarán
con clamores de paz.

domingo, 21 de febrero de 2010

La Jacaranda

Gustavo Salazar A

Aún de pie en la alameda, inolvidable Jacaranda,
los besos del viento te desnudan, encorvada,
de tus brazos en jarra mece una trenza de fuego,
cuántos sueños y decepciones guardas.

A tu lado las parejas pasean su desespero,
ven con ansias cómo los amores se funden
en tus ramas, urgidos de mezclar sus sabores,
los roces que el alma quema, buscan la calma.

Mullidos tus brazos, son ojos tus flores
que santifican los lances de esos trituradores;
enfadados dejan la lucha para la tarde de mañana.

Ay jacaranda, de estudiantes refugio ayer;
oficinistas y obreros hoy disputan tu cobijo
sin importar el juez, el reto es no sudar de frío.

miércoles, 17 de febrero de 2010

El gruñón

Gustavo Salazar A.

El muy señor gruñón
don Rubén Padilla Fierro,
el primer garañón
inquilino en Salud Guerrero,
tiene un tic fatal
y requiere para su cura
píldoras de amor total.

Pero su otoñal fachada
de las muchachas le aleja,
no obstante gana fama
de primaveral galán,
y con sus dotes de histrión
en sus cintas triunfa y brinca
al estrellato como novel
porno de ornato,
y hasta eso ¡un rato!

Incursionar de ese modo
en el gran mundo del teatro
oficialmente cruel le es;
eso explique tal vez
su forma de ser procaz
con aquellos que cree
tener untados a sus pies.

Caro le saldrá el dislate
al jefe de Salud very gud:
le pueden quitar la silla
y con ello quedar sin fierro
para marcar las vaquillas.

Un resplandor

Gustavo Salazar A

Soberana indiferente,
orgullosa, esbelta,
tu pantalón blanco
te lleva elegante,
oculta, de miradas
indiscretas tu rotunda
belleza y mi delirio;
y la banca, dichosa,
tu fina piel ella sí goza,
la gloria de tu cuerpo.

Cómo anhelé ser
del jeans la textura,
extasiarme de caricias
muy muy lentas
en tu suave seda,
o siquiera en la madera
beso a beso absorberte
toda entera,
en la magia de tu frescura,
delicias de cenizas.

O ser la banqueta
donde juguetones,
en sandalias tus pies
las ansias impones,
mi invierno deshielas,
fatal a mi extenuado
corazón,
que por un instante paladea
ese sublime resplandor.

domingo, 14 de febrero de 2010

La tina

Gustavo Salazar A

Es frecuente
su bravura,
hablar sin torniquete
refuerza su catadura
de orate
en cualquier mesa
repleta de mezcal
tacos y aguacates,
con el argumento
de esponja general:
la abstinencia
es un error fatal,
sin conciencia
si se apunta
un personaje a modo,
de la pachanga
pague todo,
y como ribete
más gasolina,
de propina en miles
sin importar escapen
lodo y misiles
de esa garrafal
y fláccida tina.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Mi casa

Gustavo Salazar A

Mi casa está llena
de agua y viento y miedo,
cristal que desmorona
por sombras que invaden
y arrasan como fuego,
en silencio el estruendo.

Furioso caudal que evoca
en cruel ataque de gotas
nuestra carne de barro,
la fragilidad de la vida,
en un instante la muerte
como la noche al día,
con otro ropaje y cantos
en inexorable ida.

De un sismo de mucho ritmo
nos alertan, es de la madre
Tierra el enfado
en la lucha de placas,
de Cocos de océanos;
Haití será un vals del rock
cuando menos de ocho grados
y no deseamos sus regaños.

A Dios le pido proteja mi casa,
la casa nuestra de todos;
es mi pueblo con su vasta miseria
y la riqueza grosera, con gatos
mimados y limosnas de centavos;
si a ricos y pobres
iguala la muerte
de gusanos los cuerpos
son delicia de banquete.

Y si llega ese día de jaleo
afloren no la miseria humana,
sino la gente llana,
corazones de rosas
y manos solidarias
más que en las buenas,
siempre en las malas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Cruzada anticruda

Gustavo Salazar A

El cargo que ostenta
el fraterno de pobres
es de un jefazo intenta;
la carga que porta cual general
jamás es su despampanante;
ser el responsable del tonel
en cualquier refriega, al instante.

Es terco y divertido
y en su faena le es usual
pecar de entrometido
si la madrugada duerme.
Bien empapado en alcohol
se siente iluminado y ducho
y con su celular como confesor
interroga y reprime a muchos.

Causas por las que pelea
contra Dimas y Gestas
pero Baco siempre lo apalea.
Luego en la resaca suma y suma
y por la sangría de las restas
botes llena de vil espuma

Y trina contra las cuentas,
ayer frescas y suculentas;
el estómago y la sesera
por gula de ron le vapulean
sin piedad al otro día,
pero en rebeldía ordena más fiesta:
en la misión de su vida hallar
la vacuna anticruda porfía.

viernes, 5 de febrero de 2010

Palmera altiva

Gustavo Salazar

ACuánto diera de mí
por trepar a esa espigada,
altiva palmera, de paladear,
paleta como niño,
larga, suavemente y nutrirme
de sus generosos frutos
en una tarde de sed
hasta morir y renacer
fundidos en rojo despertar.

Cuanto diera si mi desvencijada
escalera me sube para mecerme
en ese viento,
abrasarme en sus ramas de fuego,
libar el jugo de sus dulces cocos.
Es la pena que la palmera
aunque plantarla quiera
en mi terreno, es ajena.

Doble pena si se considera,
a lo exhausto de mis fuerzas
el rechazo a mis ruegos,
de subir con la ayuda de sus ramas,
de embrujos manos, un peldaño,
sea para soñar lo negro de sus ojos,
negados para verme gozar
en su intensa mirada.

jueves, 4 de febrero de 2010

Pan de paz

Gustavo Salazar A
A Jorge Ochoa M. (qepd)

Con el pulso muy firme
y la mirada serena
la muerte se ensaña
con una voz que lastima;
sueños y dichas ametrallan
el rencor de las balas,
su inquina gloria,
el alma envenena,
y ya maldita, la quema.

La ley promete
topar en lo que fuere,
ejemplar castigo
con ese falsete
que al alegre fugitivo
persigue, martiriza
y mata de risa.

Y entre risa y sonrisa
con inapelable
arrogancia pasea
esa que se impone
como presea
sin caducidad,
festival de halagos,
miel de miles
a la impunidad.

Poco queda
en este laberinto
de tufo funerario
al deslumbrado
resguardador,
la escarlata pesadilla
clama por el milagro
magno:
el vivir como hermanos
con pan de paz
y licor de amor.