lunes, 31 de octubre de 2011

La sonrisa del sol

Gustavo Salazar A

En la fruta madura se regodea
la sonrisa del sol,
en la jugosa pulpa mira
la mitiga de su sed,
la desea como agua el fuego,
lumbre en esa fuente o no ser.

La pulpa lo embruja,
blanca, roja si fundirse
en abrazos lo permite,
o con mordiscos la calma,
le carcome el retraso
en los manteles del ocaso.

Delirio el sabor de la carne y miel,
la delicia perdura
como del niño la caricia
y los mimos de la flor,
esparce la fragancia
y fecunda en calor y brisa.

Brota el amor de cálidos destellos
en el trigo, uva y olivo,
y en verdes pastos y frescas aguas
el zarandeo al olvido;
el amor que más da
jamás extingue su flama,
si en el perdón florece retoña,
y más rico al dar más, siempre será.

jueves, 27 de octubre de 2011

El celo de Pedro

Gustavo Salazar A

De pasos de oro el desfile,
va uno, va luego otro…
como escalera tejida de nubes
hacia la gran residencia el sueño sube.

De fortaleza de cedro el guardián,
imposible doblegar el celo de Pedro;
si puede el dinero, allane ese reino,
como Calígula corone al tierno.

En la corte se ven los infantes
en matatenas con las estrellas,
con excelso manto, capa de diamantes.

Choza le es el universo entero,
agoreros y piratas su acero,
mas una breve brisa su quebranto.

domingo, 23 de octubre de 2011

Doña Kata

Gustavo Salazar A

Doña Kata Clismos es muy ducha
con la viperina de setenta filos,
con ganas de pulir el brillo
honras disuelven veneno por kilos
sus verdes colmillos,
la nutre su delirio como drenaje
de colonias y mercado al Huacapa el viaje,
pastel de su mortífera elocuencia;
pero en casa tiene la revuelta,
el nieto a la abuela Kata advierte
colocándole un dedo en la frente:
en tiritas de la raza el llanto,
por mañas y tacañas, la sentencia.

Como Kata conoce lo agrio de su gente,
hierba que la maleza escarnece,
se turba un segundo, pero aviva el fuego;
cree que el cielo no escucha
la espada que mata en el vuelo,
goza la espina que seca el alma,
saliva que fulmina, entume su beso
con mimos y dulces,
puñal que clava cordial a tres pasos
de la agria miel con abrazos.

Se le revierte con furia la filosa,
le pica los ojos, los fríe,
un tajo los colmillos destroza,
la boca cuece, el chisme viste de luto,
como a caña el machete
esfuma el pelo ralo,
escapan gusanos cual néctar nasal,
de los senos brota el alimento
que de los bebés no fue,
hiel incandescente el torrente;
inerte queda doña Kata,
luce larga cascada de baba,
su cuerpo escupe veneno,
preludia entrada triunfal en el averno.

jueves, 20 de octubre de 2011

Voy a recuperar las alas

Gustavo Salazar A

Voy a recuperar las alas,
a los riscos el retorno,
con plumas de paja
sin miedo al vuelo,
renacer en la turbulencia
es conquista del cielo.

Como ave que al sol honra,
vivaces giros la delicia
de arco iris y risas,
de trinos al irrumpir
en la maltrecha fiesta
que anima con serenata la luna
con guiños y luces de coqueta,
sin fundirse con el sol,
amante perpetua
de impasibles rayos.

La salpica la espuma de las olas,
y la serena,
y se redime al iluminar
con las estrellas el sabio silencio
del inexpugnable y dorado lienzo,
de ardientes besos
discreto en el mirar.

No basta con alzar las alas
si con grandes aires se escala,
la trampa es de las nubes
que llevan a donde no se va
y ata el vuelo con fajos de locura,
a sabiendas que las cadenas
jamás serán a la Palabra atadura.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Alvino, el repartido consentido

Gustavo Salazar A

Dejas en la mano besos
y ruegas de rodillas
el perdón de Dios,
ligero de equipaje
y lleno de risas
como niño en intento
de encubrir alguna diablura,
apresuras el viaje
a la isla de las estrellas.

Tranquilo de conciencia
en las nubes cantas tu arribo:
llega el repartidor consentido
de los sueños, las aves
y del gran Baco,
de chelas y botanas
la barriga llena
y grescas que peinan las greñas
en verde de jueves
con el jefe Beto.

Visita la luna
y cuéntale que de hienas
es la fiesta en la tierra,
las sombras reinan
y brota la sangre
como agua en la boca de pena,
porque el mal se pasea
y pudren de la casa los lazos.

No se te ocurra
con la luna amoríos,
róbale un momento su brillo,
que ilumine tu cara
y que de la noche a la vida
como primavera al otoño,
sin querellas, sin reproches,
el retorno de la alegría.

martes, 18 de octubre de 2011

Aún en la Cruz

Gustavo Salazar A

De qué sirve a Jesús
por nosotros la cruz,
desechar al “hombre viejo”
y dotar a ciegos en la luz
de camino venerado,
si del madero
todavía no ha bajado;
en silencio su sangre derrama
como banquete
a los Judas de siempre,
amos de trinquetes
a granel y sin rubor,
sin distingo de mañas
ríen su mala fama.

Cual Mesías de oropel,
el dominio del mar y el cielo
al amparo de gesto fiero
y la mano repleta de dinero,
la distancia de la cruz
es su defensa;
en ofensas y tropelías
ignora las profecías:
¡Al pozo el marrullero!

Sólo el amor es capaz
de sufrir y dar sin condición,
como Jesús en muerte atroz
es dolor, y salvación
de quien su Ley es miel
y con su propia
carne propala el perdón fiel,
como Jesús aún en la cruz.

jueves, 13 de octubre de 2011

Ojos como mar

Gustavo Salazar A

Ojos como un mar sin olas
atrapados en su hastío,
brillo de reproches,
alarido que cae de agobio
al huir la noche
en saciados baños de sudores
de sus muchos sueños,
olivo y cadalso,
indigesta que petrifica
pero devora mi reseca boca.

Manantial en tierra árida
reclama fuego para avivar la flama,
fuego para aplacar el incendio
de la tormenta que desgarra
sin perseguir la detestable calma,
cuando se goza la angustia
de las ausencias largas
como pan en mesas de nada,
de fruta de náuseas,
del vino, contumaz nana.

Embriaga el desvelo como bilis,
alerta las manos en vigilia la carne,
delicia del pecado, baile y canto,
de armas el despojo
en un abrir y cerrar de párpados
sin aires de ningún enojo;
el viento deshoja la rosa
y el ajenjo impregna la rutina
de cervezas y vómito de egos:
excelsas cátedras de letrina.

martes, 11 de octubre de 2011

Gracias Padre

Gustavo Salazar A

Gracias Padre:
la elocuencia de tu Palabra
en la tiniebla es luz,
sonrisa la sombra,
en los abismos manos,
calma en aguas bravas
y refugio de alma atribulada.

Tu presencia vasta y generosa,
dispuesta al fértil sendero
del pan y la concordia,
con brillos y manteles
de rapiña y oprobio
la codicia tuerce,
mas tu aliento crece,
se expande el universo
y el viento advierte
el brote de la nueva era,
de fuego del cielo que fulmina
telarañas de acero.