domingo, 27 de junio de 2010

El caguamo

Gustavo Salazar A

El caguamo a largo paseo inesperado
parte, sus nueve damas salen
de su morada como viento aterrado
y se reúnen de emergencia
sin sacrificar el ritual de la siesta,
por convenir al festejo en puerta.

La tardanza del garañón propicia
besos y abrazos y caras sonrientes
con desparpajo de filosofía:
de lo perdido, lo hallado sea vasto.

La prolongada tardanza
a las resignadas damas fastidia
y de la siesta el hastío alcanzan;
se les ocurre una idea para enfrentar
el dilema de repartir bienes
de manera equitativa,
sin disputa alguna:
antes agasajos y saliva
con el vaivén disfrutan
y nadie el vas y vienes
al caguamo refutan.

jueves, 24 de junio de 2010

El cielo en la tierra

Gustavo Salazar A

Corre mi árida mano
entre sus cordilleras
que en pliegues como pie
enmarañado sus pasos vigila,
saborea despacio de la pantorrilla
el deleite hasta la rodilla,
la acaricia con besos sin premura,
con finos mordiscos rinde gloria
a los muslos que al tacto embriaga;
es de mimos el habla muda.

La mano se afana en escalar
la pronunciada cadera
y reposar en la timidez de cintura,
golosa la estruja en la conquista
de las hurañas montañas
y las almas crepitan
al penetrar en grieta de fuego;
se refresca en sus aguas y los cuerpos
en vals gozan al tener
la presencia del cielo en la tierra.

jueves, 17 de junio de 2010

Fuentes majestuosas

Gustavo Salazar A.

Que esas fuentes altivas muy tuyas
mi sed aplaquen, qué me importaría
extravío en el sinuoso camino
si serán gloria y al destino guía.

Fuentes de jazmines y azaleas pletóricas,
agua brava conduces presta
gota a gota hasta el desmayo a mi paladar,
fresca, abundante y que embruja.

Erguida tu majestuosa presencia,
a revivir al agónico sediento invitas
con alegres desplantes de benevolencia.

En esas fuentes que procuran vida
y la muerte es grata, es deleite:
¡Un chapuzón de consuelo baste!

miércoles, 16 de junio de 2010

La beata

Gustavo Salazar A

Reza para expiar
sus pecados
y apagar sus penas;
al Señor implora
con aniñada voz
y la mirada
como de ida
inmaculada
le sea limpia
su lengua atroz;
cuando habla
fuerte fetidez
escupe,
si en baja,
es infierno,
es magma
en viaje
al sanatorio
en hospedaje.

Jamás se concentra
cuando ora
o se confiesa,
vuela su deseo
a la maroma
o al revolcadero,
Sor devoradora.

De la iglesia
sale liviana,
agradece a Dios:
Padre, no sabes
lo que te pierdes
una buena tarde
de domingo conmigo
en espléndida
desnudez
sin remilgos:
inténtalo aunque
sea una sola vez.

martes, 15 de junio de 2010

Fiesta del cuerpo

Gustavo Salazar A

Hasta el cansancio,
en abuso de su abundante figura,
Carlota dispone sin sonrojo alguno
de su carne, blanca y saltarina,
en su lucha contra el fastidio
de los días, entre semana
repartirla solidaria;
el diálogo de ombligos
es plural y divertido,
prescribe la experta
en tiempo compartido.

Mientras tiene vida el cuerpo
hay que darle mucho aliento,
ya en la vejez extrema para qué,
sólo queda el lastre de los cueros,
héroes de las batallas de ayer,
alecciona Carlita a su comadre,
hábil también en esas correrías.

Y no te preocupes del más allá,
porque si buscas el modo como
todo en la vida, es rete fácil:
con Padrenuestros, Avemarías
y una lana de diezmo entre
confesiones como pasaporte,
nuestras almas cristalinas, listas
para seguir con clarines
y trompetas allá arriba las fiestas.

lunes, 14 de junio de 2010

Fuente fresca y serena
Gustavo Salazar A

Si en el sabor de tus olas
mi reseca pasión siglos
el baño posterga,
si fundirme contigo
en un abrazo total
de agua y sol no llega,
si con denuedo quebrar
mi vetusta estatua de sal
no puedo con la fuerza del amor,
de angustia muero.

Si de la lejanía de tu playa,
de sus olas soy náufrago deshecho,
en el fondo de tu mar nunca
tendré paz al imaginar el goce
a tus pies en aguas tuyas inmortal.

Me niegas esa dicha,
me condenas al frío olvido,
a vivir en la más triste pena,
a privarme del sabor de tu sudor,
a padecer sin saciar la sed
en tu fuente fresca y serena.

jueves, 10 de junio de 2010

La madrina

Gustavo Salazar A

Con sus ochenta y siete años
las arrugas bien encima,
la buena madrina Antonieta
aún conserva filosa
y presta la viperina,
para alegrar de la vida
lo aburrido de la fiesta.

Ella nunca se entromete
en asuntos que no le conciernen,
de honras y penas se limita
a dar fe, es diferente;
resguardar en la memoria
lo dulce y lo amargo, gloria,
huellas de lo humano, gusta.

La boca le quema,
la lengua entrena
y escupe espinos
para infringir muerte moral
a los ariscos vecinos
que despavoridos huyen
del clamor sin cesar
de su cartera voraz..

Tan salvajes mordiscos,
elogios cadena de ponzoña
a sus amistades en ausencia,
la entrañable madrina
concluye solemne y sabia:
¡Cada quien su vida!

lunes, 7 de junio de 2010

El primo juan

Gustavo Salazar A

El primo Juan
sí que sufrió
después de tanto
flotar en la borrachera,
de ser encanto
en cadena la cura,
al cabo de años lo enfrió
soberana locura.

A famélico duende,
glotón de arañas-sapo
su cóctel de sopa
a todas horas hervía;
o se reventaba con la Flaca,
su compañera fiel
en extasiado delirar
sin pausa, incesante;
o con el ángel infiel
sube y baja en su desnudez
la espaciosa cama,
besa y reza con calidez
como otrora a dama.

En tal agonía el primo
su inasible esqueleto
en mitades reparte,
entre el hospital
y su otra cárcel:
Las angustias de Marte,
su bar.

En un regalo de luz
su derrota ante el párroco
confiesa, y jura
nunca más ofender
ni siquiera con mezcal
al mero jefe del cura,
al gran vecino celestial.

Días después
con una constancia
en la mano, orondo
en piqueras y antros
su título presume:
bebedor de copas
de humo.

Y tartamudo, y tembleque,
con un halo del más allá
a la lectura procede:
a Satán derroté con fe.

Por la sed muy acosado
al cura solícito acude
por un permiso provisional,
y el santo padre lo exime
de caer en pecado mortal
por cien pesos el día no más.

Mi primo Juan se fue
con graves pesares
al otro mundo,
pero el que más le caló
fue el de miles de pesos
del permiso que con tres
metros de tierra cubrió.

domingo, 6 de junio de 2010

Noche de pesadilla

Gustavo Salazar A

Rompe el cuchicheo
de la madrugada
el ladrar de la jauría,
no anuncia amores
de regaño o el desaire,
son quejidos de temores,
de sombras que parten
al olvido del bullicio.

La noche avanza
entre bostezos de lluvia
y rayos que estallan
en ojos de modorra,
que recurren al rezo
o la fusca presta
por intrusos aguafiestas.

Los truenos cesan,
se escapa el agua
y se sueltan los temores
con el ulular de patrullas
que despierta angustias
del ahora qué pasa.

Arde el viento,
su vestido lastima
provocando penas
y lamentos hasta
en los perros
con sus presagios
siempre funestos.

Y los perros chillan,
y chilla el viento,
y yo de miedo muero.

miércoles, 2 de junio de 2010

Buen día, amor

Gustavo Salazar A

Al amanecer nos miramos
como cada mañana desde hace rato,
sin reflejar nada más allá
de: amor, buen día.
Tu barres el patio,
yo lavo platos,
tarareas a Moderato,
abro los ojos y sello sonriente
orejas y boca,
tu exprimes naranjas,
yo pesadillas en vigilia.

Sentados ambos a la mesa,
tu escondes los ojos en la fruta,
yo busco moscas en las nubes,
hablamos un eterno silencio,
parlanchín con ademanes y gestos,
cuchillos y tenedores
como en tarde de toros el denuesto.

Luego yo me cepillo los dientes,
tu me propones el alma;
salgo como Urvan desbocado
con destino incierto, cierto
de abandonar ese desierto malvado
sin azotar tu sombra en la vieja
y pesada puerta, me enfado;
tu me avientas besos a la frente,
imagino dardos con veneno,
gritas con meliflua voz
y luego te diriges a Dios
para agradecerle el nuevo día,
yo a San Juditas le ruego el imposible:
amarla más y más, hoy y siempre.