domingo, 28 de noviembre de 2010

La copa de la paz

Gustavo Salazar A

Ya he bebido
conmigo mismo
la copa de la paz,
tangos propios
no martirizo,
mucho menos
como loco
en otro compás.

Al silencio mío
entrañable aliado,
al zumbido del grillo,
el sarcasmo de la cuija
y la Princesa sin
freno en su ladrar,
fuerza de la voz
sin hablar;
pero a esos
que maltratan
las palabras a gritos
y las preñan de vacío,
a esos la vista
viva sin observar.

Las batallas ajenas,
sean de orquídeas
sus ricos aromas,
o de oros el elíxir
de tempestad,
en el camino las dejo
como soldado que rinde
su fusil si ofende
la sublime ebriedad
del amor, lucero guía
la dulzura de la vida.

martes, 23 de noviembre de 2010

Huacapa

Gustavo Salazar A

Por tu renovado cuerpo viajan
ámbares aguas y pantanos
que taladran la cara;
en arsenal letrina devienes,
cual catrina de miles
de años jarra de puro vino,
torna las flacas gotas de agua
en recreativo río de orines.

Por barrios y colonias
de caché y populachos
alimentado, río Huacapa
eres una volcán deslenguado,
y próspero serías
si vendes como oro
lo que arrastras,
porque todo lo que por ti pasa,
eso que a muchos cuesta
uno y otro para engañar el cazo,
en ti es puré de calabaza.

La espera

Gustavo Salazar A.

Nada más de pensar
a qué hora me la topo,
o si ex profeso ella
se presenta con afrentas
nuevas contra mi causa,
que la lengua le cuecen
como heridas
que en ácido matan,
y yo sin ver siquiera
una lluvia de estrellas
en su hosco rostro,
menos adornar con finas
burbujas y espumas
pospuesta fiesta,
si de mirada y manos soy
bozal con mil candados,
si el acné ataca
con denuedo mi faro;
me conformo al imaginar
que su fina redondez
emana mortal calor
en mi voraz pecho,
y muero por su ramillete
apiñonado al conquistar
así sea en sueños,
ensueño de su lecho.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Grandes palacios

Gustavo Salazar A

Grandes palacios
de cristales y rosas rojas
en mi tierra,
regados con asfalto
y aromas insanos
son vastos,
casi besan el cielo,
se confunden
con ramos de nubes,
con sueños de imperio;
a sus pies,
florecidos valles
las aguas candentes
hieren, hambre creciente
atenuada con rezos,
con bocados de palabras,
sin mañana.

En tus setenta años

Gustavo Salazar A

En tus setenta años,
Carlos hermano,
yo bien te recuerdo
como colores y canto,
de cristales y canto,
de madera y agua
y canto,
fiesta en tu corazón
de sonrisa que vuela
cual paloma que proclama
al trabajo como el gran
deber del amor.

Largo es tu camino,
tenaz tu andar
por ríos de vidrio
infestados de heridas,
de sangre y sudor las huellas
no son de olvido, aplastan
risueñas delirios de pedestal.

Eres manos de Arcadia
y de Florencio abuelo,
el devoto de la Cruz
y el hacedor de estuches de duelo,
el de mirada de miel
y en la boca el “sea por Dios”,
de ese gran jefe que atesoró
en las cuentas del rosario
sus plegarias al Señor
y que de la solidaridad
fue lujo de amor.

Carlos, una estrella más
de los millones de ellas
que sostienen el cielo
con alas de acero
y perpetuo canto;
del sudor que labra corazones,
de esa estirpe, caudal eres.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Permite...

Gustavo Salazar A.

Deja que mis besos
recorran tus valles,
tus montañas y mares,
sin saciar mi hambre.

Mis labios de lobo
en tu lago sean rayos,
lumbre que arda
en una tarde de toros,
triunfo de las flores.

Mis pasos alojo
encuentren en tu bosque,
que una poda le pido,
crujan de fuego las ramas,
paz tengan las almas
en las bravas aguas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Tempestades de cenizas

Gustavo Salazar A

Como gotas que taladran
tristezas y alegrías
con hambre inaudita,
la tierra hieren
tempestades de cenizas;
con sangre que arde
el sol agoniza;
con rabia la risa
los ojos mudos bailotean
en lágrimas resecas,
ladridos de perros
de los corazones dueños,
retumban hasta desbordar
mitos y miedos.

La casa está rota,
sus puerta y ventanas entran
el dolor más grande, el dolor
que derrumba de tristeza y espuma
la desvencijada casa de colores
de esperanza deslavada.
Miro la cruz en el suelo botada,
miro la espada en la pared,
enmierdada de vidas cegadas.
De las aves no queda nada,
las cenizas mutilan el canto
y la alegría en vano
los profesionales del llanto,
porque a la noche siempre,
a pesar de la espesura
y las sombras, sigue el día.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sembrador de alpiste

Gustavo Salazar A.

Voy a sembrar alpiste
en calles y jardines,
veredas de alegría
que exterminen llantos,
cascadas de espinos.

Cantos de aves
de ágiles y suaves alas
nutran al corazón
de torrentes de armonía
a almas que se
esparcen como pétalos
de hiel;
luminosa luz
en la espesura
de odio festivo
el camino sin
traspiés guíe.

Olas de perdón
alejen las tempestades
de sangre
que coloran de zozobra
pálidas sombras
de las sombras,
o la furia del frío infierno
se ensañe más
sobre el ausente cielo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Señores de la podredumbre

Gustavo Salazar Adame

Ecos estridentes,
cantos de muerte
acompasados en bocas
que escupen lava,
provocan llantos
del placer y la agonía el santo,
esclavos del dios jade
que en un instante de esplendor
y fantasía apuran sin temor
la vida como fugaces reyes.

Midas de polvo y humo,
sangre es todo lo que toca
y duelo su color;
de huérfanos y viudas
esa inacabable estela
escarlata en el firmamento
que luce en su frente.

En la otra orilla asoma,
regado de finos aromas, pulcro,
y tapados los pellejos
con prendas diamantinas,
con sonrisas de araña,
y lap top en la mano
como eficaz metralla,
retumba en canto triunfal
con sus toneladas del erario
que esquilma como si nada
banda del cuello blanco,
en hazaña impune, diaria,
con la bendición
de la casta sagrada,
el gran hacedor que tiene
también, sin remedio,
en el abismo a la nación.

Mas no es en lo profundo,
sino en lo cálido de esas bravas
aguas donde esas corrientes
en una imbatible se funde
hasta brillar, sobre los más,
como señores de la podredumbre.