domingo, 9 de agosto de 2009

Balcón

Francisco S. González

DE los heroicos que ascienden al mundo de los ricos y poderosos a través de los cargos de representación popular, destacan dos alcaldes, figurines conspicuos de los partidos representativos en la entidad, en otra muestra de la alternancia partidista y pecuniaria:
Arcelia y Malinaltepec, uno del PRD y su colega del PRI. Acumula bienes y fortuna el amarillo; el tricolor la dilapida en borracheras; pero rateros son ambos.

Enquistado el primero en la Tierra Caliente, el presidente Serrano tiene como lema una sentencia del General Juan Álvarez, “Pobre entré a la presidencia”, pero pronto ya pobre la deja.
Profesor de educación primaria, la divina providencia amarilla lo colocó como administrador del erario y, claro, el que toca y parte…a seis meses de su administración ya es propietario de una flotilla de camiones de volteo y de maquinaria pesada para la construcción. El pobretón ingresa con las uñas derechas al mundo empresarial.
Y quién de su partido protesta. Luego se quejan de perder elecciones como si el saqueo del erario no fuese observado y castigado por la ciudadanía en las urnas.
EL niño héroe, perdón, el niño ebrio de Malinaltepec, Vicente López Carrasco, de filiación tricolor, no anda con medias tintas.
Las finanzas y transas en el ayuntamiento están a cargo de un contador que le heredó un ex alcalde de Chilpancingo, para no tener problemas con la comprobación de las cuentas públicas.
El importado mago de inmediato lurió al tontonazo alcalde. “Usted, patrón, puede hacer lo que guste con el erario, nadie dice nada porque todos roban”

Ya con esa norma en mente, el primer acto de gobierno fue la adquisición de una camioneta de poco más de quinientos mil pesos, porque “el jefe no debe andar como cualquier hijo del olvido en carritos o camionetas Nissan”. Y el tontonazo en la luna.
El segundo acto fue una borrachera inolvidable de siete días en la Ciudad de México, entre el alcalde, su contador de lujo y cuates. Jefe usted no anda de pachanga, anda bajando recursos y gestionando ante el jefe de los gobernadores priistas, Enrique Peña Nieto, más recursos para los pobres de La Montaña. Y dale con la lavada de cerebro al tontonazo alcalde priista.

Y como tercer acto, el merengue del Gansito Marinela: aislar al tontonazo de priistas y perredistas a piedra y güisqui, ya que “el poder es para disfrutarlo, jefecito”.
Qué actitud tomarán los priistas ante el tontonazo cacique de oropel.

Que se ahogue en alcohol, pero de entrada correr al contador de lujo, era la propuesta inicial. La rectificación parece que corre en el camino de exigirle públicamente la rendición de cuentas y, si sale con su bobera de domingo siete, becarlo en el Cereso más cercano al averno.
Al menos la crisis y sus recortes exigen cuentas claras y castigo para los rateros, como este par de alcalde que se ríen y gritan que “la crisis es para los pendejos”.

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