lunes, 26 de abril de 2010

Delirios y quejidos

Gustavo Salazar A

Como badajo
de fofo campanario
es su balanceo
rumbo al trabajo,
con el plomo de todas
las penurias en sus negras
canas siempre entre semana
resignado y cabizbajo
al más allá pareciera va.

Cual patas de elefante
arrastra los pies
y su paso charco de grasa
por su enorme redondez;
acongojado suda la cruda
de nueve a eternas tres
y lo enoja interrumpir
la fiesta por la necesidad
de trabajar para beber.

Sus cachetes derrumba
en un tembleque banquillo,
que cruje y se achica
con mucha razón
ante esa mole
de eructos y tripas,
que en miles de cerveza
con sórdida embriaguez
su mundo pone de cabeza.

Hacia su casa resbala
en ríos de sudores,
la algarabía truena
al arribo de su sala
repleta de güisquis
y tequilas sin falta
de gorrones;
copa tras copa la cisterna
llena y recarga con botanas
y pozole: dinamita
que en el baño no falla.

Echado bocarriba,
su dormitar oscila
entre delirios y quejidos;
sueña ser Bruce Lee
o Slim en submarino;
de esa maravilla brinca
a la danza macabra
entre diablos y duendes
que en sus bigotes
prenden la orgía;
con intermitentes obuses
de su vientre expulsados,
por un instante su infierno
de alcohol es aplacado.

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