lunes, 6 de diciembre de 2010

In memorian

Gustavo Salazar A
A doña Arcadia


En tu estrecha morada
de cara al cielo abierto,
tapices de flores y trinos de aves
en valle de olivos miman tus sueños,
viajan en humo, en alas,
como suspiros, como besos,
en los corazones anidan.

Una mañana tierna fuiste ave,
al azul en vuelo, sin truenos,
rauda esparciste
de años sabia tu alma;
de lágrimas de espino la pena,
en los fríos, tu alegría y el esfuerzo
honran el recuerdo,
tu presencia crece cual palmera
que desde su trenza divisa
lo fecundo de su huerta
y el contagio de su risa.

Con suaves silbos árboles guardianes
valsan en tu bienvenida
y te acunan raíces de terciopelo
y estrellas y la luna te arrullan;
reposas tranquila como lucero
que desde lejos, desde el regazo
de la tierra, cada día más brilla.

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