jueves, 16 de abril de 2009

Doña Arcadia

Doña Arcadia
Gustavo Salazar A.

Fuiste como un viento,
abrupto, a veces suave,
en incesante canto siempre
a pesar del invierno.
En busca de cálidos cielos
horizontes de colores tejías.

Un ir sin destino,
de tristeza escondida
inundada por la tempestad.
Toda tú, incansable,
eras días sin horas, semanas sin días,
de fatigas, eran la sangre de tu vida.

Frío infierno un día
apagado por la fuerza
de la alegría contenida,
tu rostro en el vaivén
de tus días se llenó de paz.

La risa y tu fina ironía
esparcían serenidad
en la mesa convivida,
mas los años ajados
y sus pesares gritaban
de la realidad.

Y una mañana la noche
te arropó en un suave sueño.
Te encomendaste a Dios,
y con los dedos en Cruz
y en la mirada de indicaciones,
partiste con nosotros en ti.

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