domingo, 18 de julio de 2010

Viajes al cielo

Gustavo Salazar A


Rubicundo y rechoncho
el sacerdote oficia
muy devoto a Dios,
aunque las tentaciones
que le ofrece la madre tierra
son sus predilectas:
a raudales el vino
y con las damas una fiera,
sin importarle Biblia ni misa,
sólo la brizna de agua bendita.

Que la blanca carne ase
lo mejor de sus partes
en las hogueras del mal,
es un vil desperdicio;
sea de pepenadores
de pecados y penas
ajenas suave consuelo
para apagar las llamas
con piadoso celo,
duchos los curitas
en viajes al cielo.

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