miércoles, 1 de septiembre de 2010

Todas las horas

Gustavo Salazar A

Generosa la luz
me conceda todas
las horas del día
para andar por el cielo
de truenos
y el furibundo mar,
sin planetas de fronteras,
con el corazón tierno
rebosante de miel
para ofrendar a las iras
el bocado que mitigue
las penas y amargura
del largo día de festín
de odios, de la corona
de zafiros y diamantes,
sin espinos la sangre.

Iré de ropas ligero
con prendas viejas,
limpias y transparentes
al cuerpo untadas;
de agua pura y fresca,
sorbos parcos serán alas
en ese viaje donde clame
el perdón de mis negros días
y mi sol ilumine el sueño
que al despertar
cure sinsabores,
lazos de alegría luzcan
las puertas del alma
y un triunfo de la famélica
libertad sea.

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