Gustavo Salazar A
Tu majestuosa humildad
resplandece como rosa de amor
en lo hondo de la herida,
llanto de sangre y agua
del atribulado corazón,
oscuros días;
mas la brisa de tu mano
como rayo de paz
ilumina y restaura
la fiesta de la alegría;
de la fe es el triunfo
sobre la idolatría.
Caiga el fruto de odios
en aguas claras
y sus jugos se tornen
veneros de concordia;
y si persiste su hiel
en arder delicados pastos,
consúmase en su propia piel
en fuego lento,
y azufre y espinos sean
su voraz sustento
por ofensas al Hacedor
de vergeles y glorias.
lunes, 14 de marzo de 2011
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