miércoles, 19 de octubre de 2011

Alvino, el repartido consentido

Gustavo Salazar A

Dejas en la mano besos
y ruegas de rodillas
el perdón de Dios,
ligero de equipaje
y lleno de risas
como niño en intento
de encubrir alguna diablura,
apresuras el viaje
a la isla de las estrellas.

Tranquilo de conciencia
en las nubes cantas tu arribo:
llega el repartidor consentido
de los sueños, las aves
y del gran Baco,
de chelas y botanas
la barriga llena
y grescas que peinan las greñas
en verde de jueves
con el jefe Beto.

Visita la luna
y cuéntale que de hienas
es la fiesta en la tierra,
las sombras reinan
y brota la sangre
como agua en la boca de pena,
porque el mal se pasea
y pudren de la casa los lazos.

No se te ocurra
con la luna amoríos,
róbale un momento su brillo,
que ilumine tu cara
y que de la noche a la vida
como primavera al otoño,
sin querellas, sin reproches,
el retorno de la alegría.

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