miércoles, 16 de noviembre de 2011

Penas, delicia a la eternidad

Gustavo Salazar A

Como si del cielo el techo se desprendiera,
revienta en estelas de sangre,
es proclama de masivo duelo,
cosechas de cementerio ambulante;
ni la lluvia ni el rosario limpian la gusanera
que carcome manos y olivos
en trote de la glotona muerte,
su rumbo es desolación y locura,
es lujuria de rompecabezas el hedor,
como pan del día el hambre de terror.

Sin cansancio la inasible codicia cabalga
por todo lo ancho del camino,
la montaña es el rostro de alevosa su rapiña.
De dónde brota. Qué importa.
Se ignora si alguna fecha culmina
porque como Juan, el mal dondequiera
con garbo se pasea sin freno del tribunal.

La luz vendrá no de hombres
tocados por las flechas del inane Cupido,
vendrá del fuego que calcina hasta las uñas
y lentamente cocina la pena en llamas
como postre de alta sociedad, delicia
de fastos y desparpajos a la eternidad.

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