domingo, 23 de mayo de 2010

Siempre espero

Gustavo Salazar A

Aliméntame como cuando niño,
quiero recordar en ese aliento
que te derrama impetuoso
en torrente de seda
el dulce de tu cuerpo.

No se fatigan sin reposo
en tus soberbias cumbres
mis hambrientos ojos,
agitados, fuera de sí,
claman una migaja,
sea calma un rato en mi.

Mis manos, áridas, tristes se miran,
el sello de tus labios las desespera
ávidas de alcanzar tus lomas,
de sembrar tus llanos,
tras tus faldas vuelan
con la pasión desbocada,
exhaustas te alcanzan
mis tenazas de fuego,
mueren, y brotan con el beso
y un te quiero en la boca,
que impacientes esperan.

En ese letargo mi eterno grito calla
tu cómplice el viento cruel,
y sin aliento a mis señales
la ira estruja mi pecho;
mi vida huye de brazos
fantasmales;
preferible mil veces la agonía
de cerca verte aunque muy lejos
esté la dicha de tenerte.

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