miércoles, 12 de mayo de 2010

Venganza

Gustavo Salazar A.

Despide fuerte aroma
de rocío de amor reciente
ese cuerpo de enmarañado pelo,
cómplice cae en pecas
que se esparcen en hombros
ansiosos de saborear
los suspiros del cálido deleite.

Apunta, avanza el crespo velo
hacia senos en fatiga, dan vida
al recuerdo las nostalgias,
trasuda lumbre toda ella
al contemplarse en urna de cenizas
devorando con manos y ojos
las caricias de desvelo;
se rebela a existencia fantasmal,
como adorno consumirse en hielo.

Majestuosa escultura de mujer
con gracia envejece, sin tregua,
y promete rico festín: extraerle
a esa fruta verde más que la miel:
lluvia de mar y estrellas los besos;
ávida de entrelazar sin rutinas
los deseos, borbotón de fantasías
escurre por melosa piel.

Alejado de ornatos su rostro,
bellas son sus huellas y canta
libre de congojas sus amores
de contrabando; ella rico postre,
quebrantos el culto a la diosa
encantada del desencanto.

Su mirada serena retiene las llamas
que las palabras le queman,
las extingue con más fuego
en venganza de manos sin habla,
que confinan el amor a sumas
y restas, la devoción a ultranza
de ganancias, asesina de sonrisas
por codicia, con creces cobra
con tremenda carcajada ajena
sus intereses.

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