miércoles, 2 de junio de 2010

Buen día, amor

Gustavo Salazar A

Al amanecer nos miramos
como cada mañana desde hace rato,
sin reflejar nada más allá
de: amor, buen día.
Tu barres el patio,
yo lavo platos,
tarareas a Moderato,
abro los ojos y sello sonriente
orejas y boca,
tu exprimes naranjas,
yo pesadillas en vigilia.

Sentados ambos a la mesa,
tu escondes los ojos en la fruta,
yo busco moscas en las nubes,
hablamos un eterno silencio,
parlanchín con ademanes y gestos,
cuchillos y tenedores
como en tarde de toros el denuesto.

Luego yo me cepillo los dientes,
tu me propones el alma;
salgo como Urvan desbocado
con destino incierto, cierto
de abandonar ese desierto malvado
sin azotar tu sombra en la vieja
y pesada puerta, me enfado;
tu me avientas besos a la frente,
imagino dardos con veneno,
gritas con meliflua voz
y luego te diriges a Dios
para agradecerle el nuevo día,
yo a San Juditas le ruego el imposible:
amarla más y más, hoy y siempre.

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