domingo, 17 de abril de 2011

Mi Dios del consuelo

Gustavo Salazar A

En la turbación total de mis sentidos,
en lo más negro de la sima,
o con la cara al sol, espectro soy;
anonadado en ese agobio infernal
como cuando todo está perdido,
llegas Tú y me rescatas, Salvador,
benigno eres en los afligidos.

De mis años perdí la huella,
si pocos o muchos, no sé cuantos, qué importa,
evaporan como de botella agua que no restaura;
tristes de largo pasan con llagas de fuego
en los labios mojados con gotas amargas,
como árida tierra que llora sin lágrimas;
rala de pastos, asa mis penas.

Con la arrogancia en el caño abatida,
en la zozobra se humillan mis ojos altivos;
clamo con gritos ahogados al cielo,
se apiada de mis plegarias
y en las palmas de sus manos voy;
mudo a vida nueva con Él, refugio de mi alma;
alivio me regala mi Dios del consuelo.

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