Gustavo Salazar A.
Fresco de cabeza a pies,
de verde alegría y lleno de vida
esbelto ciprés,
aún ayer tu sonrisa y picardía
es goce de niños y ancianos
en sol de mediodía;
suaves manos tus ramas,
cobijo de rayos,
refugio de besos y abrazos,
placidez que renueva las fantasías.
Tristeza hace rato refleja tu primavera,
gallardo cadete, joven pinito;
era alegría en tu follaje
el baile de parlanchinas aves,
azoro los entrometidos roedores
en el alpiste como gloria
y pena el ceño de almas
todas guerra, con aires de santas,
sin dar de beber a pobres
que mueren de sed.
Tu dolor callas;
la herida asoma en tu talle,
en vano oculta la quieres
si el rocío son lágrimas de fuego;
te quema el odio que un inmundo
untó en tu gracia, celoso
de tus guiños con el cielo;
se desliza el vil en silencio,
lazos son sus brazos tras las sombras
en su afán de atar el viento.
Masculle, maldice y hacia arriba escupe;
su saliva le llaga la cara,
la envidia es lumbre
y los dientes le chillan pestilentes,
y el canto del viento celebra la vida,
la alegría florece y los árboles en danza
ensalzan el triunfo sobre sueños
como amos del mundo
con sus metales e ilusiones:
lúgubres de corazones.
lunes, 23 de mayo de 2011
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