jueves, 4 de febrero de 2010

Pan de paz

Gustavo Salazar A
A Jorge Ochoa M. (qepd)

Con el pulso muy firme
y la mirada serena
la muerte se ensaña
con una voz que lastima;
sueños y dichas ametrallan
el rencor de las balas,
su inquina gloria,
el alma envenena,
y ya maldita, la quema.

La ley promete
topar en lo que fuere,
ejemplar castigo
con ese falsete
que al alegre fugitivo
persigue, martiriza
y mata de risa.

Y entre risa y sonrisa
con inapelable
arrogancia pasea
esa que se impone
como presea
sin caducidad,
festival de halagos,
miel de miles
a la impunidad.

Poco queda
en este laberinto
de tufo funerario
al deslumbrado
resguardador,
la escarlata pesadilla
clama por el milagro
magno:
el vivir como hermanos
con pan de paz
y licor de amor.

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