miércoles, 10 de marzo de 2010

Cruel amanecer

Gustavo Salazar A

Cómo no va a ser mía
grande la pena,
si en noche sombría
se esfuma mi gozo.
Ansia con aliento de champán,
jazmines y muchos danzones,
en la mesa discusión, café y pan.

La cosa pintaba bien.
La ñora de treinta y tantos ánimos
bien disimulados en riguroso contado,
se presenta envuelta en gris
al banquete de savia para mi.

La boca se me hace jugo,
garras de fuego las manos,
la vista desnuda el apuro
y columpio de fantasías su cintura.
Se cimbra de pronto mi cuerpo todo,
se ahoga en sus cenizas la brasa
y desmaya quien abre la casa.

La dentellada a la chuleta se niega,
que adorna desde hace rato la fina losa
y espera sin nada ser bañada en salsa mora,
luego sin peroratas, con suaves y lentas
embestidas, ser disfrutada.

Falla en la hora buena la magia
para enaltecer a los años viejos,
mientras el manjar alegra la fiesta
con ronquidos de once a seis sin cuartel,
yo con café y revistas de TV,
vela sin gloria es mi cruel amanecer.

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