miércoles, 17 de marzo de 2010

Residencia de idilios

Gustavo Salazar A.

Nada suave es su alma
menos en sosiego,
su caminar
con sonrisa
y alegría en el mar
de estrellas,
su pasado ancla,
en vano vuela,
el sueño le niegan.

Sus alas rotas
no la tienen atada,
de vivir en el cielo
se cuelga de misas
y sus pecados lava,
de flotar hastiada
en el desconsuelo
suplica paso al jardín
de las delicias.

Su llanto retumba,
Dios se apiada
del incansable rodar
de su alma de cera
y veneno en el habla,
y le concede una gracia
si lleva una vida desnuda,
desnuda de blasfemias
y rencores:
residencia de besos,
rica en calores.

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