miércoles, 3 de noviembre de 2010

Señores de la podredumbre

Gustavo Salazar Adame

Ecos estridentes,
cantos de muerte
acompasados en bocas
que escupen lava,
provocan llantos
del placer y la agonía el santo,
esclavos del dios jade
que en un instante de esplendor
y fantasía apuran sin temor
la vida como fugaces reyes.

Midas de polvo y humo,
sangre es todo lo que toca
y duelo su color;
de huérfanos y viudas
esa inacabable estela
escarlata en el firmamento
que luce en su frente.

En la otra orilla asoma,
regado de finos aromas, pulcro,
y tapados los pellejos
con prendas diamantinas,
con sonrisas de araña,
y lap top en la mano
como eficaz metralla,
retumba en canto triunfal
con sus toneladas del erario
que esquilma como si nada
banda del cuello blanco,
en hazaña impune, diaria,
con la bendición
de la casta sagrada,
el gran hacedor que tiene
también, sin remedio,
en el abismo a la nación.

Mas no es en lo profundo,
sino en lo cálido de esas bravas
aguas donde esas corrientes
en una imbatible se funde
hasta brillar, sobre los más,
como señores de la podredumbre.

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