domingo, 28 de noviembre de 2010

La copa de la paz

Gustavo Salazar A

Ya he bebido
conmigo mismo
la copa de la paz,
tangos propios
no martirizo,
mucho menos
como loco
en otro compás.

Al silencio mío
entrañable aliado,
al zumbido del grillo,
el sarcasmo de la cuija
y la Princesa sin
freno en su ladrar,
fuerza de la voz
sin hablar;
pero a esos
que maltratan
las palabras a gritos
y las preñan de vacío,
a esos la vista
viva sin observar.

Las batallas ajenas,
sean de orquídeas
sus ricos aromas,
o de oros el elíxir
de tempestad,
en el camino las dejo
como soldado que rinde
su fusil si ofende
la sublime ebriedad
del amor, lucero guía
la dulzura de la vida.

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