viernes, 12 de noviembre de 2010

Tempestades de cenizas

Gustavo Salazar A

Como gotas que taladran
tristezas y alegrías
con hambre inaudita,
la tierra hieren
tempestades de cenizas;
con sangre que arde
el sol agoniza;
con rabia la risa
los ojos mudos bailotean
en lágrimas resecas,
ladridos de perros
de los corazones dueños,
retumban hasta desbordar
mitos y miedos.

La casa está rota,
sus puerta y ventanas entran
el dolor más grande, el dolor
que derrumba de tristeza y espuma
la desvencijada casa de colores
de esperanza deslavada.
Miro la cruz en el suelo botada,
miro la espada en la pared,
enmierdada de vidas cegadas.
De las aves no queda nada,
las cenizas mutilan el canto
y la alegría en vano
los profesionales del llanto,
porque a la noche siempre,
a pesar de la espesura
y las sombras, sigue el día.

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