Diputado enamorado
Fidel Rosales P.
Un diputado rollizo,
en el Congreso nido de amor hizo,
y resultó tan, pero tan enamoradizo,
que la eterna juventud decretar quiso.
Mas se le presentó un dilema,
después de amar como primerizo:
gozar y morir como semental enfermizo
o hacerle al legislador olvidadizo.
Optó, al fin hombre muy bien reposado,
casi sabio, casi santo tentado por el diablo,
por lo mejor, un discurso de amor sereno:
te quiero, pero te perdono porque no trueno.
Hombre frondoso, en declive al fin, llora
por haber tomado tan funesta iniciativa,
ya que al fallarle la emoción, pidió su lavativa
para cobrar venganza, venganza punitiva.
lunes, 30 de abril de 2007
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