La democracia en el Congreso
Fidel Rosales P.
En el Congreso la democracia
no interesa como de Lucrecia
las reconfortantes delicias,
mujerona que nubla razones
en legisladores glotones.
Si la democracia es tema de siempre,
postergar ese punto es lo conducente
ante los apremios carnales,
en prevención de mayores males
que, ignorados, ocasionan atrofias sexuales.
Los puntos de acuerdo y la lectura
enmudecen complacientes a la primera,
cuando los pechos de la dama en cuestión
desatan conjeturas sobre su textura:
Serán de plástico o naturales, es la moción.
Y si por desenmarañar tales misterios
algunos legisladores recurren a los improperios,
eso es justificable por lo insulso de las sesiones
en pase de lista y lecturas interminables,
es preferible imaginar condones y baje de calzones.
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